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Muchas personas piensan así: “yo respeto los derechos de los demás siempre y cuando se acomoden a mis costumbres, a mis creencias o a mis pensamientos”; es decir, negamos la universalidad de los derechos humanos que obliga a respetar a todos y todas independientemente de lo que yo crea, sienta u opine sobre las otras personas.
En el marco del Día de los Derechos Humanos, debemos tener en cuenta a los derechos sexuales y los derechos reproductivos, que están incluidos dentro de los derechos humanos. En nuestro país se ha ido incrementando una especie de “ola fundamentalista”, de carácter político y religioso, que proclama con contundencia que los derechos de las personas no deben ser reconocidos si van en contravía de las creencias y opiniones de dichos grupos.
Veamos algunos hechos relevantes de los últimos tiempos que vienen pasando en Colombia y que reflejan la falsa creencia de que los derechos humanos se deben aplicar a unos pero a otros no.
Desde algunos organismos de control del estado como la Procuraduría, se han emitido circulares, memorandos y declaraciones públicas, en los que se desconoce totalmente el derecho de las mujeres a su autonomía y libertad de ejercer el derecho al aborto en los casos reconocidos por la Corte Constitucional.
Un senador reconocido y de larga trayectoria, como Roberto Gerlein, definió la relación entre dos hombres como “excremental, sucio, asqueroso y que merece repudio”, desconociendo flagrantemente que las opiniones personales no deben ser obstáculo para el reconocimiento y respeto de la orientación sexual de ningún hombre o mujer.
Diversas comunidades religiosas han iniciado campañas entre sus seguidores en contra del aborto, la población LGBTI y la eutanasia; reconozco el derecho que tiene todo creyente a seguir sus preceptos pero sin olvidar que el Estado colombiano es laico y cada individuo posee la capacidad de actuar conforme a lo que crea y sienta sin temores o amenazas de “castigo eterno”.
Han llovido críticas a la Línea de Atención a la Interrupción Voluntaria del Embarazo, recién inaugurada por la Alcaldía Distrital de Bogotá, que busca atender los casos que establece la ley en relación al aborto legal. Dichas críticas, que se extienden a Profamilia, hacen parte del desconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres que pretenden impedir el libre ejercicio de la sexualidad y de la autonomía sobre el cuerpo femenino.
Cuando hablamos de derechos tenemos que aprender a separarlos de nuestros prejuicios, conceptos o pensamientos. Cada uno de nosotros tiene derecho a actuar como nos parece adecuado pero los demás también tienen derecho a actuar como les parece.
Recordemos que el mundo no es “blanco y negro” sino que tiene diferentes tonalidades que lo hacen diverso y plural. Construir una nueva sociedad es re-construir nuestra propia percepción del respeto y tolerancia de los que nos rodean. Si nos negamos a esto, no estamos contribuyendo a la paz y justicia que anhelamos tanto.
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