El abuso sexual infantil ocurre
muchas veces frente a los ojos de la propia familia del menor, especialmente
cuando el abusador – como sucede en la mayoría de los casos – es el papá,
padrastro, hermano mayor, tío o cualquier otra persona cercana a la familia.
Otras veces, el victimario es una persona que se ha
ganado el respeto y confianza tanto de su víctima como de sus familiares; puede
ser un profesor, un entrenador o un líder religioso o comunitario. Cualquiera
puede ser un abusador sexual porque no hay un perfil único que los identifique
ni tienen cara de depravados tal como podría pensar más de uno.
Sin embargo, los especialistas en el tema han
logrado descifrar las características de un abusador sexual. *Uno de los
modelos más aceptados es el de Finkelhor y Krugman, en el que se describen las
cuatro condiciones para que el abuso se produzca:
Primera condición: relacionada con la motivación del agresor para
cometer el abuso. Existen distintas categorías de motivaciones en los agresores
sexuales y cada uno de ellos desarrolla un modus operandi diferente:
• Por una parafilia sexual (sadomasoquismo, pedofilia, exhibicionismo)
•
Por repetición trangeneracional de experiencias previas de abuso en la infancia
(fue abusado en su niñez y tiende a repetir el abuso sobre otros)
•
Por un componente psicopático de personalidad (alteraciones mentales)
•
Por trastorno de control de los impulsos
•
Pedófilo exclusivo, por fijación obsesiva con un objeto sexualizado (sexualiza
al niño aún siendo un bebé)
Segunda condición: está relacionada con la habilidad del agresor
para superar sus propias inhibiciones y miedos, recurriendo para ello al
alcohol y las drogas.
Tercera condición: por
la que se vencen las inhibiciones externas o los factores de protección del
niño (niños abandonados, mal atendidos, carentes de afecto o al cuidado de
varias personas).
Cuarta condición: le permite vencer la resistencia del niño, para
lo que se recurre al uso de la violencia o amenaza o el engaño y la
manipulación. En este punto, hay menores especialmente vulnerables como los
niños con discapacidades, puesto que en algunos casos su capacidad para oponer
resistencia se ve seriamente mermada, o como el caso de los más pequeños de menos
de tres años.
Al revisar las anteriores categorías de los
abusadores sexuales, nos damos cuenta que, a simple vista, no podemos
sospechar del victimario. Ellos pueden ser hombres casados y con hijos, amantes
amorosos, ejecutivos u obreros, líderes políticos, religiosos o infantiles,
familiares o extraños y un sinfín de personajes que no delatan su condición de
abusadores sexuales infantiles.
Por eso todos, sin excepción, debemos estar atentos
a los adultos que tienen contacto con los niños y niñas. Ante cualquier gesto,
palabra o conducta reprochable o sospechosa, tenemos la obligación de alertar a
los padres, profesores o autoridades competentes.
tomado de:
http://tusexologa.blogspot.com/
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